Pedro Blas Julio Romero

Pedro Blas  Julio Romero es poeta, escritor, periodista y activista cartagenero.

Vive en Getsemaní (también llamado Gimaní), barrio emblemático de las luchas sociales, al que llama "solemne desorden untado de vida".  Sus obras componen una creación crítica frente al orden social. Su obra es reivindicativa de las libertades individuales y está poblada de referentes populares y de religiosidad afro-yoruba. Su escritura propone un entramado africano y amerindio que dan cuenta de una memoria de resistencia en el microcosmos de Getsemaní, al equiparar este barrio-arrabal de Cartagena con el continente americano.

Denuncia el racismo enfocándose en la gentrificación de lo popular y el desprecio de las elites locales por las referencias y legados negros en la conformación de las identidades de los sectores populares que encarna, como lo ilustra el barrio Getsemaní. Un buen ejemplo de esto es el poema que se reproduce a continuación, “Muchacha de las aguas, Gimaní” (en el español original, seguido de una traducción al inglés).

(Pedro Blas Julio Romero)

(Poemas de Calle Lomba, Medellín: Ediciones En Tono Menor de la Fundación Cultural Héctor Rojas Heraz, 1988)


La Plaza de la Trinidad
no pudo conseguir hacerse santa
Ya la serpiente mamba negra dormía bajo sus pies
que bajo tierra azuzan el festín mayor
de este barrio oculto
Mismísima isla que cierta vez tuvo dueño
donde aquí tiempo tiene que la noche es ruda.
Únicamente santa ha sido Niña Gloria Hoyos de los Albercones
guerrera y delantales su barraca
hirviéndole hielos de cerveza rica
Su tienda con el vino de eclipses que vendía.
De aquella gracia santera
con que al antojo suyo se enmatrimoniaba,
arrastrando tras su velo
ingenuos edecanes
lazarillos de su lecho.
Porque vivía bendita
bajo la rezandona cruda
de sirenas abuelas en la «cáscara sagrada evacuante»
Y santiguadas siempre
tras desahumo de madrugada
mañanas torcidas de arrabal
parda niebla que enmoña lo callado
como alba negra que no aparece en almanaques
¡Antifaz de la vida involucrada!
De todo esto le viene a ella su tez brillosa
Cariño mandarino de palo dulce.
Digamos que cómo que cuánto bandumbeo
no bailaba ella
de la baja tarde su dentadura bonita
y qué no bailaba ella
en cisterna mayor Plantón del Pozo
Ladera Getsemaní a la molicie en Baco
con Calle del Pozo
Niña Gloria Hoyos la cruzaba
Temblor de grupa pesarosa, sus lomas de amor y pañoleta
ella retozando fumarola de tambores
O la Gimaní Isla que cierta vez tuvo dueño
barrio como tierna Alejandría en la piedrona entretenida
De Getsemaní a grito de Musanga
también la vieja piedra cose
con Niña Gloria Hoyos del tam-tam
A oscuras, ella siembra su palmera húmeda
entre el rocío cansado.
¡Oh, Condesa almíbar de los albercones!
Estandarte de los mil gritos,
delta atardecer del alma mía
¡No hubo mar Caribe para acobardarla
y desertora de su ombligo
copuló los meridianos!
Diciendo buenos días en Panamá
subienda de su pelo por mi camisa escándalo
hasta la llevamos todos
a dura sangre de tambor,
su cintura y sedas
aguacero bueno de Getsemaní
Finalmente regresaba
sobre Getsemaní como araña multicolor de besos
efluviando la cuclilla danza
y su reclamo de tambores sobre el sueño.

El poema “Muchacha de las aguas, Gimaní” recrea un espacio poético de atmósfera variopinta que entremezcla elementos explícitos y ocultos de las religiosidades afro y amerindias. Al retratar las rutinas cotidianas del barrio, la voz lírica menciona sitios emblemáticos como la “Plaza de la Trinidad”, el “Pozo”, la tienda de “rica cerveza” con referentes como la “Musanga” (el encargado de prescidir el ritual religioso africano), “la mamba negra”  y  “las santiguadas” trás el “desahumo de madrugada” (ceremonia de quemar inciensos como forma de limpieza ritual),  elementos que remiten a la mezcla de religiosidades afrocubanas y sus hermandades  de “negros”, conocidas como Abakuá o Ñáñigas, con elementos  de la religiosidad amerindia. El poema conjuga todos estos elementos en la figura de Gloria Hoyos de los Albercones, mujer mestiza, santera, audaz, que creció entre la “fumarola de tambores”. La mujer se dedicaba al contrabando de diversos productos  entre Panamá, Cuba y Cartagena.

En la ilustración del poema “Muchacha de las Aguas Gimaní”, realizada por Hanna Ramirez se aprecia una mujer jóven, mestiza, tumbada sobre una silla, en actitud relajada. Los trazos del dibujo son marcadamente acentuados en los rasgos faciales y el cabello que buscan resaltar unas estética afro. La imagen emplea referentes simbólicos al poema como la serpiente mamba negra, caracolas del mar y cántaros de aguas. Estos elementos se asocian con las expresiones populares afro que caracterizan al barrio de Getsemaní.


La perspectiva antirracista del poema y su autor se entrevé en la insistencia por reconstruir, a través del lenguaje poético, formas de religiosidad y modos de vida de personajes emblemáticos y cotidianos de los sectores populares. Con ello, se busca afirmar la diferencia excluida en términos racializados. El poema  es una “oda” a las resistencias y permanencias de las identidades afro y amerindias en la conformación de los espacios populares de la ciudad. 


La imagen de la mujer puede interpretarse como una metáfora visual: la mujer-barrio/el barrio-mujer. Con la ilustración, se quiere resaltar el rol de las mujeres en el mantenimiento y la  reproducción de la vida social y material del barrio. Esta característica es uno de los marcadores identitarios más emblemáticos de los espacios afrodescendientes en Colombia. 
 

Ref.

Una breve entrevista a Pedro Blas, filmada en las calles de Getsemaní.  Durante la entrevista, Pedro Blas se refiere a la figura del “diablo piel de abdomen de salamanquesa”, una criatura mítica, creada por el escritor, que se establece como metáfora para representar la intención rapaz de la colonialidad sobre los cuerpos “negros” e indígenas.

Esta criatura, descrita como “devoradora de hostias”;  que “desprecia a aquellos que no se parecen a él”, funciona como un tropo literario frecuente en la poetica del escritor. A través de ella, el escritor reflexiona sobre los efectos de la colonialidad en la configuración  actual del barrio de Getsemaní y de Cartagena en general.  

El desprecio y la burla hacia la espiritualidad, las expresiones culturales y la apariencia de poblacion “negra” e indígena son dos de los efectos del racismo-colonialidad identificados por el escritor.   

Ref.